Sunday, February 26, 2006

La Campana de la Iglesia.

Salí tan de prisa, que olvidé saludar al árbol de la entrada de la casa.
El banano está en flor y al deshojarsele, surge el fruto, que ávidos, los vecinos ven curiosos, pero al que tienen respeto, porque todavía está verde.
La fuente está llena de tierra y luce seca, su cantar hace tiempo que no arrulla.
El pozo que traje de Valle de Guadalupe, de corteza de árbol, del que cuelgan mis plantas preferidas, como la "mala madre", los "amores de un rato", una malva que florea rojo y una yervabuena, atraen menos mi atención que el croar esporádico de una rana, que vive ahí desde hace algunos meses; nunca la hemos visto, pero se escucha a cualquier hora, inesperadamente y nos parece curiosa.
Cómo logrará sobrevivir escondida?
Canela mi french, despertó temprano y jalándome de la punta de una pierna de la pijama, no me permitió entrar a la regadera sin antes darle su ración de croquetas, pero el pobre pez dorado, que tiene en la familia tres años - como ni ruido hace- creo que ya olvidé cuándo le di por última vez su comida.
Me voy de traje negro, abrigo largo, con lente chanel oscuro. A Lino le gustaba la elegancia, presumía que su hermana salía en la tele y en la radio, no entendía que es una actividad como cualquier otra, aunque pensándolo bien, claro que es la que más amo, es extraordinaria, de las que uno realiza aunque no halla dinero de por medio...
En aquél prado verde a las afueras de la ciudad, pusieron una carpa, cerca de la cual, se arremolinaban los mariachis, esperando para tocar la música que le gustaba a él: amor eterno, las golondrinas, las mañanitas, y tantas otras...
Ya había llegado Lino, su bella familia, sus dos hijas hermosas, los cinco preciosos nietos y los dos yernos. Gloria seguro estaba junto a él, como los últimos 35 años. Cuando subí las escaleras a la Iglesia, no me daba cuenta que el tiempo se habia detenido, no estaba conciente ni de respirar, ni de los latidos en mi pecho, y que ahi se dieron cita amigos, familiares; todos inexpresivos para mí...
Me hicieron reaccionar las campanadas ...muchos años escuchándo el disco de las llamadas a misa, que me hacía sonreir...un disco, ja -muchas veces pensé-
Ahí estaba mi hermano, al frente - seriecito- él tan risueño, tan alegre...no podría ver mis lágrimas...
La campana -en vivo esta vez- en esas circunstancias tan tristes, doblaban por él...y aquel prado verde sería su última morada.
Tengo la obligación, a pesar de todo, de ser felíz, por los que me rodean, y tambien por mí...

3 comments:

PBeltran said...

I felt obliged to return the visit.

Sospecho que quizás no fui suficientemente explícito: el estiercol que estaba cuando empecé a caminar por aquí: ignorarlo sería escapista, y peor aún, irresponsable.

Tomar la pala, clavarla fuerte en el estiercol, levantarlo, sin rehuir a la peste: mostrarlo para que los incrédulos y los tibios lo reconozcar, y luego tirarlo y limpiar el lugar en donde estaba: para eso es para lo que estamos aquí.

Primero el trabajo duro y luego la belleza: cualquier cosa hecha al revés está condenada.

La Valentina said...

Alma:

Totalmente de acuerdo, la felicidad es una actitud que asumimos.

Contesta mi mail.
Abrazos

La Valentina said...

Pire:

Que no sea por obligación, eres bienvenido. Mi lema es, respeto para recibir lo mismo.

En verdad eres de Valparaiso?