Después, casi adolescente, comencé a suspirar por un vecino mayor que yo; a punto de matrimoniarse con una pelirroja, pecosa, chichona, de su misma edad. Me llevaba 20 años. Nunca volteo a mirarme. Casi lo odie por la indiferencia. Se fueron a vivir a otro lado y eso reconforta. Me libré de él, aunque de estos ojitos salieron algunas lagrimitas.
Ay, pero no puedo olvidar a Vicente, aquel paisano de Zacatecas –charro de a caballo- morenazo y saludador, -de lejos-, quitándose el sombrero, con respeto inusual, al verme hacía reverencias. Yo me creía una reina. Intenté hace poco saber de él, vive en Guadalajara, pero, como tiene familia, aguanté. Desestabilizarlo, pues tampoco. Quiero su bien. Nos destruyeron en su tiempo la correspondencia, Ensenada-Zacatecas-Ensenada. Casi, casi como sucede con esos maravillosos amores de novelas. La distancia es mala consejera y se acabo todo entre nosotros.
Siguiendo con la lista de amor, les cuento cuando renuncié a Gilberto, -ya quinceañera- nos fuimos a vivir a otra ciudad, y los amores de lejos, ya saben, son de pen…sarse. Lloré mucho. Lo había conocido en el transporte urbano. Guardé en un libro por muchos años una flor de el. Lo volví a ver de casualidad, cuando una bonita niña caminaba sobre la banqueta, delante de un orgulloso papá. Por suerte no me vio.
Luego, - pensarán que fui muy enamoradiza- pero así sucedió que le voy a hacer, quedé prendada de un compañero en los inicios laborales. Tenía el doble de mis 21 años, y estaba casado. Prohibido…pero el corazón es el corazón. Lo inmortalicé con la canción “Candilejas”. ¿Recuerdan?...”entre candilejas te adoré, fuiste luz de abril, yo tarde gris…” ¿Notaria mis sentimientos? Lo evitaba siempre que podía, para que no leyera en la mirada de borrego a medio morir, lo que sentía por el.
Coleccionadora de almas masculinas y sensibles, a través de la pantalla casera puse mis ojos en Laureano, de oscura, larga y rizada cabellera, encantaba con varonil y argentinada voz “y no me importan los momentos, que viviste junto a él…” Era muy comprensivo. Estuvo preso por evasor de impuestos, igual a Paquita la del barrio, y pues no, imagínense, vaya famita…No me atraparían esos ojazos grandes y negros y esos labios antojables. Haciendo honor a la verdad, el es, por quien menos he sufrido.
A Alatorre, de tanto verlo en los noticieros, en TV Azteca, lo llegué a sentir muy mío, pero oh desilusión, cuando supe que no le gusta tener novia. No se lo perdoné. Incluso preferí ver programas de Televisa.
Pero sobre todo, déjenme presumirles cuanta admiración le he tenido a Brozo, el payaso placeroso…inteligente, divertido, valiente…pero imposible…Un poco pesado en algunos comentarios, pero lo disculpo. Así es el amor. Con venda en los ojos.
…Sin dejar de mencionar a Hemayé, el escritor de Tijuana. Con sus letras acompañó desvelos. Momentos que no caben en un suspiro. Vaya si sufrí. Así soy, pletórica, llena de evocaciones. Tenues lazos unen nuestras vidas, -sin proponérmelo…-Tanta fue la necesidad de amor. En ellos encontré algo compensatorio a una gris existencia.
Ah, pero me casé y tuve hijos, aunque después del divorcio, sigo recordándolos a todos. El que fuera mi esposo nunca perdonó tanta infidelidad. Quiso estar en este espiritual inventario. La naturaleza del amor, no me permite incluirlo entre los amores imposibles. A pesar de todo lo que nos separó; las distancias, y los equívocos, el ES, lo único real...
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