No. Tener buena memoria no es estar en el pasado. Soy de raíces fuertes, india-criolla como esta Nación. Mi pueblo adorado está siempre en la memoria, ni siquiera la casa de adobe donde nací existe ya; sé que ya no es el mismo y puedo entenderlo porque tampoco yo lo soy. Me abrigaron otras tierras. Amaneceres y atardeceres de otros lados.
Contradictoriamente cambiante, dúctil, con los recuerdos a cuestas, el fuego, motor y razón de la movilidad. Consciente de los tiempos, que a veces se ríen cuando me creo eterna. Infalible. Todos menos yo responderán cuando se les nombre en otro plano, pareciera creer. Todos menos yo... solemos pensar...
Los pies avanzan hacia adelante, pero llevo en la mente, en mis sentimientos, el lugar de mi origen, donde aprendí a caminar. El despertar al alba. Contemplación de niña en noche de luciérnagas, o el huir presuroso de la aurora que llega... mientras la noche espera.
!Tan rápido nos vamos del tiempo! Viaje sin regreso. ¿Por qué volvemos entonces a la niñéz con insistencia? ¿Sólo los nostálgicos lo hacemos? La primera vida, nuestras alegrías, el aprendizaje de soñar, son parte de nuestro equipaje. La reflección nos hace revalorar quienes somos, lo que querenos y logramos. Por eso me permito pensar en voz alta, sin refrenar el impulso que en su momento, me hizo sentir viva, agradecida y libre.
Divago, sueño a veces que recomienzo, y es la misma cosa, siempre igual, una vida que viviría de igual manera, de tan felíz que aprendí a ser, porque muchas veces la felicidad es una personal decisión, a pesar de las ausencias, de las rupturas y de los dolores inevitables de todos aquellos que se nos van... y que igual nos estamos llendo, desde que nacemos... gerundio fatal...
Recordando, —mientras podemos—, poemas de otros, para justificar la propia vida: Juventud, divino tesoro, que te vas para no volver. Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro, sin querer...
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