El 25 de septiembre, seis vehículos tripulados por delincuentes armados, amenazaron a cuatro hombres y una mujer que se trasladaban en dos carros por el libramiento sur. Los orillaron y se los llevaron frente a decenas de testigos y con luz de día.
Los testigos indicaron que los secuestradores llevaban la cara al descubierto y vestían pantalones de mezclilla, aunque en algunos casos, ha habido tres o cuatro encapuchados.
También realizan secuestros a la misma hora en distintas delegaciones, reduciendo así, la de por si deficiente capacidad de respuesta de los cuerpos policíacos. Como ejemplo, los tres secuestros consumados la mañana del 26 de septiembre en Otay, Playas y Las Palmas en Tijuana.
Esta nueva forma de operación de los secuestradores no es desconocida para las diferentes corporaciones policíacas.
De hecho agents informaron a ZETA que desde inicios de agosto están «laborando» así los plagiadores. Justificaron: Inició como parte de un pleito entre células del Cártel de los Arellano Félix, provocado por una de las mujeres de Benjamín Arellano.
Un grupo de delincuentes fieles a ella, con la promesa de recibir dinero y ocupar un mejor lugar en el cártel, atacaron a familiares de diversas células, iniciando enfrentamientos internos que ya alcanzaron a la población en general ante la impunidad que proveen las autoridades locales.
En un caso extremo, un grupo criminal «levantó» a más de 10 bailarinas exóticas. Originalmente la autoridad consideró habían sido capturadas para ejercer su labor en un servicio particular, pero han pasado más de 10 días y no las han liberado.
Las denuncias
Entre agosto y septiembre, vía telefónica y personalmente, familiares de las víctimas han llegado a las oficinas de ZETA para denunciar cómo sus familiares, amigos y vecinos fueron secuestrados por estos comandos armados.
En algunos casos temen acudir con la autoridad y prefieren denunciar de manera pública.
Así llegaron a ZETA tres mujeres. Sinaloenses todas, una lleva nueve años viviendo en Tijuana y dos más vinieron desesperadas el 24 de septiembre porque el hijo de una había sido privado de la libertad.
La tarde del 21 de septiembre, tres adultos y un adolescente se relajaban en el patio de su casa ubicada en la calle Reforma de colonia Independencia.
Cuatro niños veían una película en el interior, esperaban a su mamá para ir a una fiesta con los vecinos. Eran casi las 6 de la tarde cuando llegaron al frente de la casa tres panels y dos camionetas, dos verdes, una gris y dos negras, según testigos.
Unos 20 hombres, la mitad vestidos con pantalones tipo «Army» o de mezclilla, jóvenes altos, blancos.
La otra mitad encapuchados. Llegaron y sometieron al señor Modesto Orpinela, dueño de la casa, al joven veinteañero, sobrino y residente de Sinaloa, Juan Antonio Orpinela, a la señora Maira Osuna, cuñada del hombre, y al sobrino de 14 años, Luis Osuna, estos dos residentes de California, Estados Unidos, Entraron a la casa y revolvieron hasta la basura en busca de algo.
Ante los gritos de los niños, los delincuentes procedieron a tartar de calmarlos y ponerlos juntos. Al mismo tiempo, otro grupo ingresó en la casa de los vecinos enfiestados.
En cuestión de pocos minutos, los Orpinela y los Osuna fueron sacados de la residencia, lo mismo que cuatro miembros de dos familias en la casa contigua.
La familia Orpinela Osuna acudió a la autoridad estatal. Les dijeron que no podían levanter denuncia hasta después de 72 horas cuando fueran declarados como desaparecidos oficialmente.
Cuando la denuncia se hizo relatando la violencia, las armas y las personas que se utilizaron para el plagio.
Los agentes de la Procuraduría del Estado, ni de casualidad decidieron acudir a la zona del crimen a investigar.
Mucho menos hablar con testigos. Mejor recomendaron a los dolidos «esperar la llamada» del rescate.
Pero no hablaron en todo el fin de semana. El lunes llegó a Tijuana la familia del joven Juan Antonio Orpinela y el único contacto con los secuestradores fue el constante transitar frente a la casa de un hombre vigilante en una camioneta roja.
La esposa del señor Modesto informó que su pareja se dedica a la compraventa de autos, y su hermana Maira trabaja en Los Ángeles. La madre de Juan Antonio aseguró que su hijo es estudiante en la universidad de Sinaloa que estaba de visita para el cumpleaños de su tío. También que los vecinos con los que comparten la desaparición, llegaron semanas atrás y rentan la casa.
Finalmente, las mujeres fueron remitidas al Grupo Antisecuestro de la Procuraduría del Estado.
Les tomaron la declaración pero les advirtieron que no podía ser considerado secuestro hasta que pidieran dinero. Las mujeres Orpinela lo que quieren es saber qué hacer para recuperar a sus familiares. Están listas esperando la llamada: «No tenemos millones, pero aguardamos la llamada, que nos permita hacer lo que sea necesario para que queden en libertad».
Sin embargo han pasado siete días y nada. Aparte, la policía no investiga, no apoya.
No soluciona.
25 personas en menos de 10 dias.
Y la autoridad?
Vacío de poder?
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