Bravucón creció por las burlas a su estatura, a la ñoñéz de su caracter, y sobre todo a que tenia, -porque asi nació-, seis dedos en cada pie. Un tipo digno de las peliculas de vaqueros del oeste, entraba a la cantina ( al salon que servia de funeraria, de fiestas, de toda reunión social ) y conociéndolo, todos se preguntaban con quien seria el próximo pleito.
"El seis dedos" tambien asi le apodaban, (aunque a sus espaldas), pues hay de aquel que se atreviera a decirselo frente a frente; no vivia para platicarlo. Independientemente de él, se incrementaron las muertes por la misma enfermedad de la fiebre del oro; la avaricia y el desato de todas las bajas pasiones.
En Real del Castillo se cuidaban unos de los otros. Fue un pueblo minero que no duró mucho, pero que por alguna razón incomprensible sigue vigente. Parece una historia repetida sin fin
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