Inicialmente eran varones los que realizaban este trabajo al cuidado de los enfermos, pero Florencia Nightingale quien nació en Florencia Italia el 12 de mayo de 1820 y murió en Londres el 13 de agosto de 1910, -satisfecha de su obra de amor-, con abnegación incomparable, curando heridos durante la guerra de Crimea, labor realizada contra la voluntad de la época y el sentimiento de una sociedad indiferente, y apegada a los prejuicios clasistas. Ella es considerada la Madre de la enfermería. Y como es una de mis profesiones, reproduzco un trozo del himno a la enfermera a manera de felicitación a todas las que “tomaron y dieron el paso de la luz” de esa flama inextinguible de Florencia, agasajándolas por su labor humanitaria…Yo quiero ser enfermera/para enfermera nací/aunque alguien me lo impidiera/lo llevo dentro de mí/Tengo el alma de caricia/de consuelo el corazón/junto a una cuna y un lecho/ahí estará mi misión…y aquí, la oración de la enfermera. Se rezaba antes de ir al cuidado de los pacientes: “Virgen madre de Dios/no permitas que trabajemos, en nuestra hermosa profesión/solo con manos humanas/reparad nuestros defectos e imperfecciones/y haced, señora/que en esta sala/se os ame e imite/para que después/de haber trabajado/por aliviar a los que sufren en la tierra/gocemos con vos en el cielo”
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