Estuve a punto de cancelar mis blogs por varias razones: el tiempo que me roba para escribir y leer, la existencia de un anónimo que circula en internet con mi nombre ( segura estoy de quien lo hizo) Qué puede envidiar una "Diva" a ésta simple mortal?
Luego porque a partir de que quise llevar un Taller intensivo de Novela con el escritor Heriberto Yepez, de Tijuana, recapitulé, al no quedar como parte de ese afortunado grupo que trabajará a marchas forzadas, lo tomo con filosofía. El maestro tuvo piedad de mi, no quiso infartarme con el esfuerzo que se requiere para llevar a buen término una Novela en tres meses. Suena interesante, verdad. Pues simplemente no me tocaba, y como siempre lo digo: al destino no hay quien lo esquive...Escribo por placer, sigo haciéndolo a mi ritmo, a la manera de Peggy o Petra, son la misma; Y ya que toco el tema del nombre, a muchos les causa problema mi nombre. Me pusieron el nombre de Petra porque asi se llamaba una hija de mi padrino de bautizo, José Rosales, además nací el 18 de marzo día de la Expropiación Petrolera y sobre todo, porque es el femenino de Pedro y mi papá se llama así. Aunque en mis obsesiones siento que mi origen data de la ciudad maravilla, esculpida en piedra, en Jordania, en otras vidas, por supuesto. Petra, la ciudad, misteriosa en el desierto, donde parece ser el origen del viento, de las voces del tiempo.
Cuando se está más allá del bien y del mal, uno adquiere la libertad anhelada , se conocen a fondo las cosas y se habla de ellas sin miedo. Fui analfabeta hasta los 8 años, hija de padres campesinos y viviendo en un lugar donde la siembra era lo primero (fui sembradora) y ayudar a tirar la semilla de maiz en el surco fue mi primer trabajo a los 6 años.
Cuando el Tren nos trajo a Baja California y tuve oportunidad de entrar a la Escuela, el nombre les parecia a mis compañeritos de clase, en una ciudad fronteriza y apochada, que pertenecía a alguien que debiera estar limpiando casas, no en la escuela, y efectivamente a los 12 limpiaba la casa de la vecina para poder tener un poco de dinero. Pizcar el algodón resultaba un trabajo más arduo por los calores tremendos del Valle de Mexicali, y los sacos tan pesados donde se llevaba el algodón hasta la báscula. Haciendo este balance, de pronto me asalta el temor de que ya esté en el fin, conciente que no debo tener planes a muy largo plazo.
Vuelvo muchas veces a mi niñéz, ya traía desde entonces impregnados en los sentidos los aromas de la naturaleza, sensaciones e imágenes, fantasía de los campos de Valparaiso, mi pueblo. noches de luna, estrelladas. La lluvia, el relámpago, al trueno, el sol. Imposible no escribir de ello.
Me llegaron tarde las oportunidades, de conocer las letras, y usarlas para defenderme en versos constatatarios. Desde la Primaria resultó ser una bendición. Me casé y tuve hijos muy grande. Amé mucho y aprendí de lo efimero de las cosas. Venturosa vida.
En secundaria, la Bilbioteca del Estado, aquellos libros que nunca hubo en casa, suplieron mi necesidad de saber. Para esparcimiento leía la Revista Siempre, y la Revista juvenil Susy, en las Rockolas se escuchaban las canciones de Angélica María, Cesar Costa, Alberto Vázquez y Enrique Guzmán. Fue entonces cuando mi amiga Raquel, conocedora de mis idealismos, comenzó a decirme Peggy, porque le parecía que el personaje de una de esas historias de Susy, tenía cosas en común conmigo; asi nació Peggy, como una hermana de Petra, ya no se sentiría sola e incomprendida. Somos la misma.
Poco seria? la verdad si. Aprendí a reir y a no tomarme con tanta solemnidad. Tengo compromiso conmigo misma, ser feliz, aunque no me lo crean. Los días nublados los conocí de sobra. Y prefiero el sol, la risa, el amor, la belleza. Hay algo de malo en eso?
Tendría mucho que decir. Cuando alguien escribe de orgasmos, vulvas y penes, cuestiones primarias como defecar y comer, cree estar descubriendo lo ignoto, y no es así.
El descubrimiento del cuerpo no se compara con la develación del espiritu.
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