Hace frio, pero el corazón se mantiene a una temperatura aceptable. Anochece a las 5 de la tarde. Disfruto descansar de no hacer nada, literalmente. Como y bebo porque es necesario, y pienso mucho. Discurro sin hacer anotaciones. Espero... abrazos, afectos. Dar más de mi misma en la escritura que hago. Rezagos que quiero terminar. Haber estado anónimamente en los casi 6 mil cuentos concursantes en Radio Francia Internacional, debieran desilucionarme y no, por el contrario, debo mejorar mi forma de narrar. Para poder acercarme a ese otro al que pongo distancia.
Hay muchas cosas que dejo para mi memoria: aquellos sabios pájaros que a través de la vida, en parvadas, vuelan a copiosos árboles donde dormitan en las ramas para despertar al nuevo dia, puntuales, e igual, en parvadas emigrar. Me pregunto si son las mismas que regresan todos los dias y que me dejaron observando embelezada, por esas calles de Guadalajara, cerca del único Parque techado que conozco.
El teléfono sonó sólo dos veces hoy y eso es por el momento una bendición. Estoy conmigo, en diálogo secreto, intimo. No son necesarias las palabras ni los disimulos. Disfruto esta presencia pausada, silenciosa, que al mismo tiempo me cuenta de tantas cosas, muchas de ellas del ayer y otras tantas del presente, donde aprendo a quererme en egoista intento. Pero faltas tú, siempre tú, irremediablemente. Olvidarse de llorar, no se que tan bueno sea.
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