Todo caminaba mas o menos bien en mi acercamiento con los Mormones, mi curiosidad y actitud analítica no los molestaba, era considerada una investigadora y fui sinceramente aceptada, hasta cierto punto estuve satisfecha a base de preguntas y respuestas parecía llevar todo a buen fin... hasta que pregunté por el Oro... Las placas de Oro, que a semejanza de Moisés, —aunque de piedra o madera— (donde inscribieran los 10 Mandamientos moralizadores de la Humanidad) un nuevo Profeta, José Smith de UTAH, USA, en el Siglo XIX, retomara el concepto, a sazón de una revelación del mismisimo Dios del Cielo y de Jesús su hijo.
No les hago el cuento largo; dícece, que a causa de la persecución acérrima que finalmente llevó a José Smith a la muerte, un buen Dia un Angel vino a la Tierra por las susodichas Placas de Oro y se las llevó al Cielo. Bueno, —les dije—, perdonen mi ignorancia, deberían estar en un Museo, como constancia. Lo mismo digo de las de Moisés, pero nada, que sigo con mis dudas y deudas...
En conclusión, sigo en las mismas, en cuanto a Teologismos y Politiquerías se refiere. Como Santo Tomás, Ver para creer. Mientras tanto, no comulgo con ideas Vocacionales Laicas de la Iglesia Católica, cambios politicos ni nada, seguiré sin Rey ni Dios al cual rezarle, —pobre de mi— como dice mi compañero Escritor René Pinet. Pobre del Diablo, que no conoce a Dios.
1 comment:
Hola:
Si tienes tiempo, date una vueltita por mi blog. Te tengo un regalo.
:)
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