En el más reciente número de Letras Libres, que por cierto lleva a Octavio Paz en la portada -¿casualidad?-, don Christopher Domínguez Michael arremete airadamente contra quienes encabezaron, según sus propias palabras, "el penoso espectáculo, la corrida picaresca", esto es, la artillería pesada dirigida contra su "Diccionario crítico" que, insiste e insiste, ¡es un diccionario!, porque, claro, quienes arremetimos contra su "diccionario" debemos -o deberíamos -sentirnos terriblemente apenados y avergonzados, nunca volvernos a asomar a la calle, por haber osado levantar la voz contra su ilustrísima persona. No cita nombres (honor a quien honor merece: Lemus, se atrevió a nombrar), pero supone que sus lectores fieles, que lo leen desde que él tenía 20 años, edad en la que parece fatalmente estacionado, saben a quiénes se refiere cuando cita a "un orate", "un antisemita de letrina" y "señoras cursis" En este último grupo, al menos, resulta evidente que refiere a las únicas dos "señoras" que descalificamos su obra, haciendo circular "listas que reivindican un deplorable parnaso de autores y autoras que olvidé, preterí o desterré".
¡Mucho ojo con el último término, "desterré", porque continuará apareciendo a lo largo de la "refutación" del crítico criticado!¿Se supone que Silvia Tomasa Rivera y yo debemos sentirnos ofendidas de que se nos tilde de "cursis"? No puedo hablar por ella, poeta a la que por cierto admiro y respeto. Por lo que a mí respecta, "cursi" es un apelativo que escucho a diario, referido a mi persona... porque todas las mujeres que escribimos sobre mujeres (o sobre "asuntos de mujeres") lo somos, por default... es más: aunque no escribamos concretamente sobre mujeres. ¿Crítica yo? ¡Jamás!, al menos no de la escuelita de Christopher. El Señor Crítico Literario denosta, pues, la crítica ejercida por mujeres, máxime si van dirigidas contra su delicada y fina persona. No teníamos, pues, derecho a abrir la boca para cuestionarlo, no solo sobre ausencias sospechosamente evidentes (a menos que Mr. Michael esté realmente convencido de que Guadalupe Dueñas o Cristina Rivera Garza o Elena Poniatowska, por solo citar tres, son escritorcitas de cuarta), sino también por las líneas mal intencionadas y difamatorias que dirige contra Elena Garro (cosa que nadie ha osado mencionar, por cierto). Nuestro cerebrito no alcanza para abarcar la grandeza de su monumental labor crítica e intelectual. Somos (Chris dixit, y esto va para todos y todas los que le tundimos) tontos, pueriles y difamadores. Sencillamente no entendimos la talla de su titánica empresa, y para que entremos en razón abunda en comparaciones bastante ilustrativas. Ya Lemus se encargó de compararlo con Flaubert y Voltaire (otra voltereta en la tumba), así que Chris, algo más mesurado que su amanuense, precavido y templado como suele, opta por compararse con César Aira, Francisco Umbral y Valentí Puig, autores de sendos diccionarios... Si Aira, Umbral y Puig pudieron, ¿por qué no Christopher Domínguez, mundialmente reconocido? Más adelante agrega, haciendo gala de su natural modestia y en su mejor tono didáctico (no olvidemos que se dirige a perfectos retrasados mentales que se han tomado el atrevimiento de cuestionar su uso del término "Diccionario", que se está rebajando): "Finalmente, está, en francés, el Diccionaire égöiste de la literáture francaise, de Charles Dantzig, muy parecido al mío en su disposición tipográfica (?) y basado, sin ningún rubor, en los gustos de un crítico que no ha dudado en omitir a muchas glorias del Panteón. Lamento que Dantzig no se haya atrevido a hablar de autores vivos"Pues del mismo modo que Christopher lamenta que su pretendido homólogo francés no haya incluido autores vivos, supongo que los críticos de su "Diccionario" tenemos derecho a lamentar que haya "desterrado", "olvidado" o "preterido" (¿existe el término, perdón?) a autores tan o más importantes que los incluidos... ¿o acaso Monsieur Dantzig le escribirá un reclamo salpicado de insultos, a él, un tal Christopher Domínguez que ha osado cuestionar su selección y su preferencia por los "muertos"?Según el Señor Crítico Domínguez, hay un elemento que ha unido (¿complotado?) a sus detractores, y es su inmenso desprecio por el lector.Qué curioso: una de las primeras cosas que pasó por mi mente al "ojear" su "Diccionario", fue que "el lector" no merecía semejante burla, particularmente aquel que se acerca a un libro engañosamente titulado "Diccionario" para darse una idea general del panorama literario en México y que no es especialista en el tema. Christopher no solo denota un "inmenso desprecio por el lector" al reunir una serie de reseñitas, acomodarlas por orden alfabético y publicarlas a manera de diccionario, sin siquiera actualizar los datos -y esto no lo invento yo: lo escribe él mismo en su pedante prólogo -, sino al jactarse además de: “(...) fiarme de mis antiguas opiniones, lo mismo que tolerar mis negligencias estilísticas, pues de lo contario me hubiera visto obligado a reescribir casi todo (…)" Sin contar su ¿cándida? ¿cínica? confesión de haber ordenado alfabéticamente su "diccionario" (que no reescribir, ni revisar, ni enriquecer) "gracias a una beca del Sistema Nacional de Creadores"Está, además, la promesa incumplida: “Elegir esa fecha (1955-2005)- como hubiese ocurrido con cualquier otra –planteaba algunos problemas que hubo que asumir pagando el costo de excluir a autores importantes.” Christopher nunca estuvo dispuesto a pagar ningún costo de nada, muestra de ello es la respuesta despótica y majadera (¿berrinchuda?) otorgada a la "fauna nociva" que cometió la afrenta de criticarlo...¡a él! Afrenta tan, pero tan grave, que sin duda ha sido captada por los lectores (¿sus lectores? ) como un inmenso desprecio por parte nuestra hacia la literatura mexicana, es decir, hacia su autoridad. ¿Acaso no manifiesta él, tanto en su indolente prólogo como en su grosera "refutación", un desprecio inmenso por esa otra clase de lectores que somos nosotros, sus detractores (que no lo seríamos si previamente no fuéramos sus lectores)?A continuación, suplico al lector prestar mucha atención a esta traición del subconsciente del Señor Crítico (prefiero pensar esto y no que Christopher ostenta una mentalidad fascistoide), quien en su refutación afirma: "(...) ejercer realmente la crítica literaria, lo cual significa ejercer el criterio, distinguir, admirar, excluir y borrar. Sí, dije borrar: el lápiz del crítico también tiene goma."Lo anterior, expresado a la letra por el propio crítico que ostenta su poder de borrar a quien le de la gana (¿a quien ose contrariarlo?) del corpus de la literatura mexicana que, según pareciera, les pertenece solo a él y a su séquito. ¿Debemos tomar esto como amenaza? ¿Empezaremos a desaparecer, poco a poco, a partir del instante de esta lectura, recurriendo a un simil unamuniano, Juan Domingo Argüelles, Marco Antonio Campos, Nicolás Cabral, José Luis Ontiveros, Víctor Manuel Mendiola, Guillermo Samperio, Heriberto Yépez, Silvia Tomasa Rivera, yo, y todo aquel que ose manifestar su desacuerdo con lo que él hace o pretende hacer? ¿Sólo quienes le alabaron y besaron, una ínfima minoría por cierto, son "inteligentes"?E insisto: he escrito pretende, porque, lo siento mucho, mucho, mucho... lo siento con todo mi corazón: el diccionario de Christopher no es diccionario. Mucho menos es crítico. No es -leánlo bien, por favor, el Nuevo Canon de la Literatura Méxicana del siglo XXI (basta ya de hacerle al saurino, señores "críticos": esto es serio), mucho menos el de Occidente, que ya Harold Bloom escribió... con errores (sí Christopher: hasta Bloom se equivoca... todos nos podemos equivocar, no eres Jesucristo... en el supuesto de que Jesucristo haya sido tan odiosamente perfecto como quieren hacernos creer)Finalmente, sale a relucir la palabra Talón de Aquiles de Niño-Asustado-Christopher: teoríaDicho textualmente: "(...) cruzó la habitación el demonio de la teoría y apareció la intocable musa dela poesía pura".Christopher: la teoría no es un demonio...la teoría no muerde...deja ya de tenerle tanto miedo. Uno teme lo que desconoce... puedo asegurarte que una vez te asomes a las páginas de Roland Barthes, Tzvetzan Todorov, George Steiner, Julia Kristeva (otra señora cursi, me dirás), Jacques Derrida, Georges Mounin, etc etc, exorcizarás tus demonios y aprenderás lo que es un verdadero crítico literario. Uno no puede combatir lo que no conoce o, como vulgarmente se dice: No puedes ser marquesa si no sabes mover el abanico: te invito a conocer la verdadera crítica literaria. ¡No duele!
Escribir muy bonito (tú escribes muy bonito, Christopher... Lemus también) no hace de ti un crítico literario. Sainte Beuve (¿lo has leído?) ¡escribía como Flaubert! Qué lástima que se haya dedicado a hacer relaciones públicas a través de lo que eufemísticamente denominó "crítica literaria", y haya pasado a la historia como el odioso ser que excluyó, borró, desterró y preterizó a Baudelaire y a Balzac. Hace falta mucho más que una "prosa poética, combativa, poderosa", entre otras cosas, madurez... un crítico literario que no supere sus fobias y filias está condenado al fracaso, peor aún: al ridículo postrero (¿Quién será tu Proust, mi estimado Christopher?)P.D: También yo tenía lectores a los veinte años... antes, de hecho (empecé a publicar a los diecinueve) Eran, sí, gente de rancho, de "mi rancho" (diría despectivo uno de estos críticos cosmopolitas que consideran deleznable la literatura de la frontera norte porque no habla de cosas "importantes" para los chilangos), viejecitos semi analfabetas que buscaban mi columna en un periodiquito de los domingos, con quienes de vez en cuando tomaba café de la olla en el Mercado Municipal... no eran Paz ni Krauze, claro, pero igual me ennorgullezco porque eran seres humanos... igual he ganado mi derecho a decir lo que me gusta y lo que no. Tengo casi cuarenta...
Eve Gil
Eve Gil
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