Diego jugó de niño a las canicas, recuerdo sus manitas expertas en aquellos infantiles juegos. Su mente inocente no entendía muchas cuestiones de los adultos. En casa sus padres lo castigarían si no hacía las cosas sin preguntar, como le ordenaban, tenían miedo de todo lo pecaminoso, y por las noches lo obligaban a dejar las manos fuera de los cobertores aunque hiciera frío. Con el tiempo supo la razón, para evitarle el toqueteo del sexo y no jugueteara con él, y sobretodo para que se mantuviera ajeno al placer que eso le causaría. Después estuvo al tanto de que a aquel acto solitario le daban el nombre de masturbación.
Creció un poco y se volvió adolescente y no consiguió sustraerse a la atracción que le provocaba una compañera de clase, en su escuela. Resumo el suceso narrándoles que fueron padres de una niña sin ser mayores de edad ambos.
Nuestro querido amigo Diego (cómo no quererlo con su cortedad de vida a la deriva) trabajaba en el más difícil de los oficios, se dedicó al marketing de utensilios electrodomésticos casa por casa, para lo cual se ausentaría a otras localidades.
Arduo significaba llevar plata a casa para el sustento. Con 17 años y toda una responsabilidad. Se merecía en esa obligada distancia del naciente hogar, un buen trago, como lo hacen los adultos, los hombres hechos y derechos. No apetecía nada ni tuvo tiempo de comer, pero ahí estaba el bar del hotelito de paso, abierto. Los días lo agobiaban pensando en su destino. Crecía rápido. Un parroquiano, cuando les informan que cerrarían, le invita a subir a su cuarto donde del servibar muy bien surtido podía ofrecerle más vino para mitigar esas soledades.
Joven y atractivo, mareado e inexperto, confiado e indefenso. No recuerda con precisión el momento cuando a aquel hombre maduro lo tenía encima, poseyéndolo. Desconcertándolo, corrompiéndole el alma.
A Diego ya no le parecieron todos los seres humanos buenas personas, supo de la maldad, por alguna razón inexplicable se volvió insaciable en su libido. Buscaba o le llegaban siempre experiencias nuevas pero se quedaba cada vez más vacío… perdió por supuesto a su familia, incomprendido…
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