Con el cansancio de cargar piedras de los arroyuelos, de rios y montañas, de viajar con tanto peso, inventamos otro juego: en el seductor acto del beso eterno del mar a la arena, dimos en formar castillos a plenitud del sol, olvidando a la marea, que llegó con la tarde y se llevó todo.
Asi son los sueños - preguntamos- El mar en el rompeolas de piedras, reventó, como respuesta. Supimos que cada día, debemos no solo construir, sino construirnos...
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